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¿Deben ser los padres amigos de los hijos?
Algunos padres se cuestionan hasta dónde deben ser amigos de sus hijos.
Algunos padres se cuestionan hasta dónde deben ser amigos de sus hijos y hasta dónde deben ser sus figuras de autoridad, sobre todo durante la etapa de la adolescencia. Por consiguiente, se ha de tener claridad entre lo que es una relación de confianza -apropiada para padres e hijos- y una relación de amigos. ¿Qué es la amistad? En realidad, la noción de amistad en la adolescencia es muy diferente a la que se experimenta en la adultez. Alrededor de los diez y tal vez hasta los veinte años, los amigos son cómplices de aventuras, buenas o malas (se guardan la espalda entre ellos, incluso en los errores) son los compañeros de situaciones propias de la edad y lejos de sus propósitos está la labor educativa -para eso están los padres-. Ya con cierta madurez adquirida, sabemos que esto no corresponde a la verdadera amistad, sin embargo debemos partir de esta base para comprender el concepto real. ¿Padres o amigos? Diversos especialistas manifiestan que gran parte de padres y madres, sienten temor de ser “malos” con sus hijos y evitar así el rechazo de ellos. Razón por la cual prefieren entablar una relación de amistad antes que de educadores. La sicóloga chilena Pilar Sordo explica al respecto: “No queremos verles la cara larga, que nos digan que somos anticuados, distintos a los padres de sus compañeros, que somos ‘mala onda’. En realidad, queremos ser papás buena onda, aparecer como evolucionados y esto nos hace ser tremendamente ambiguos en nuestra forma de educar; nos cuesta decir que no. Nos vamos en cuarenta explicaciones, somos los reyes de los ‘depende’, con lo que metemos a los niños en una red de inseguridades que les impide conocer qué es correcto y qué no y todo parece permitido”. Confianza no es lo mismo que amistad Puede ser que muchos padres consideren que son amigos de sus hijos porque han desarrollado un nivel de confianza tal, que lo consideran como una amistad. Pero en realidad estos dos términos son muy diferentes. Cuando un padre logra ganarse la confianza de sus hijos, es cuando realmente está haciendo un buen manejo de la autoridad. Dicha confianza se caracteriza por la existencia de líneas abiertas al diálogo que permiten un conocimiento pleno de los gustos y sentimientos de los hijos, gracias a la escucha permanente, al trato cercano y a las orientaciones pertinentes -todo esto hace parte del ejercicio educativo de los padres, muy diferente a la dinámica que llevan los amigos-. Así pues, se ha de aclarar que el hecho de compartir actividades con los hijos (ir a un partido de fútbol, jugar una partida de videojuegos, llevarlos a sus primeras fiestas, enseñarles a bailar o salir de compras en el caso de las mujeres) son espacios primordiales propios de una relación de confianza, mas no de amistad. Razones por las que se debe ser, ante todo, PADRE |
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