Fumar en el embarazo

El tabaco atraviesan la barrera placentaria

Un estudio en Francia muestra que las mujeres fumadoras aumentaron de 17% en 1972 a 39% en 1995.

Mientras tanto, el número de mujeres que fuman durante el embarazo y la mayoría de las que dejan de fumar durante el embarazo, reanudan después del parto. Esta evolución se encuentra en la mayoría de los países industrializados.

El tabaquismo de la embarazada constituye un problema creciente de salud pública, a pesar de las campañas de información realizadas en los últimos años.

Composición del humo del tabaco

La composición del humo del tabaco es compleja. Depende del tipo de tabaco (rubio, marrón), aditivos y el método de consumo.

Más de 4 mil sustancias han sido identificadas. En la fase de gas, hay 10 a 15% de dióxido de carbono, 3.6% de monóxido de carbono, de 0.1 a 0.2% de hidrógeno, cianuro y compuestos orgánicos volátiles (1-3%) como aldehídos, cetonas e hidrocarburos.

En la fase sólida, son carcinógenos (hidrocarburos aromáticos policíclicos, nitratos, aldehídos, nitrosaminas, cetonas, elementos de benceno y radiactivos), irritantes (acroleína), metales (níquel, cadmio), con radicales libres (quinonas, hidroquinonas, epóxidos, CO, compuestos de peróxido), y la nicotina.

Los peligros del humo

Los principales componentes del tabaco atraviesan la barrera placentaria y llegan al feto.

Por ejemplo, en algunos estudios los niveles de carboxihemoglobina materna tuvieron variación de 5 a 15% cuando se han consumido 20 cigarrillos al día, y el consumo del bebé es de 1.8 veces el de la madre.

El consumo de tabaco puede evaluarse con precisión mediante la medición de cotinina. Ésta representa el 80% de los productos de degradación de la nicotina, y se encuentra en todos los medios biológicos (sangre, orina, saliva, leche, pelo, líquido amniótico...).

La cotinina también se encuentra en el feto y en el líquido amniótico (30 a 45% de las tasas de madres fumadoras).