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La curiosidad en los niños
Desde el momento en que nacemos tenemos el deseo de averiguar qué nos rodea.
Todos los niños tienen curiosidad por conocer el mundo, desde el momento en que nacen tienen el deseo de averiguar qué les rodea. Durante sus primeros años de vida, es fundamental respetar su instinto natural de exploración, de indagación, de preguntar, de “meterse en todo”. Aunque también es indiscutible la necesidad de ponerles límites, siempre y cuando se definan en razón de su propia seguridad física, emocional y social.
Parece contradictorio, pero los adultos queremos que los niños aprendan, sin embargo, limitamos su curiosidad y, a veces, hacemos que se sientan “obligados” a aprender. Frases como: “cállate”, “deja eso”, “cómo preguntas”, “no tengo tiempo”, “estate quieto”, generalmente forman parte del inadecuado manejo emocional de los adultos respecto a sus hijos y, entre otras expresiones, son mensajes que dañan la inteligencia emocional de los niños y las niñas, afectando su autoestima y la seguridad en sí mismos. Como consecuencia, sin darse cuenta, los niños deciden calmar su sana curiosidad sólo por “darles gusto” a los adultos que son importantes en su vida.
En la escuela también se “aplasta” o se adormece la curiosidad natural al obligar a los alumnos a “seguir las reglas”, obedeciendo la forma particular de enseñar de cada profesor o sólo memorizando la información que deben dominar para el examen.
Entonces, ¿qué podemos hacer para no limitar la curiosidad de los niños y provocar que “quieran” aprender?
En el ámbito escolar, existen proyectos educativos que se centran en identificar el potencial de cada uno de los alumnos; en estas escuelas los docentes los guían para encontrar sus talentos, y los ayudan a alimentar su curiosidad por conocer el mundo para enfrentarse a los retos del futuro. Dichas metodologías convierten el salón de clases en un Espacio de Aprendizaje Total® donde los niños pueden despertar su curiosidad, incluso mediante el uso de la tecnología en el aula, con el objetivo de saciar esa gran curiosidad que tienen y aprender mejor.
En el hogar, éstos son algunos consejos que podemos seguir como padres de familia para no adormecer la curiosidad natural de nuestros hijos, la cual los lleva a querer aprender:
| 1.- Acompañar a nuestros hijos centrándonos en ellos y en sus necesidades; esto lo lograremos cuando, como adultos, nos regulemos a nosotros mismos y con paciencia les dediquemos tiempo y atención.
2.- Permitir que usen sus 5 sentidos como exploradores, cuidando su seguridad e integridad personal pues, finalmente, contactamos con el mundo a través de verlo, oírlo, tocarlo, olerlo, y saborearlo. Colaboremos con ellos para descubrir lo que les rodea dándoles libertad para explorar, tomando en cuenta su edad.
3.- Ayudarles a pensar sobre lo que descubren contestando sus preguntas y haciéndoles preguntas para despertar su pensamiento crítico.
En conclusión, lo cierto es que la curiosidad es algo natural en el ser humano; se trata del deseo innato que tenemos de darle sentido a todo lo que nos rodea.
Carlos Armando Ávila Cota. Psicólogo Educativo y Gerente Académico de Amco. www.amco.me |