Bebés en la playa

Condiciones de seguridad para nuestros hijos en la playa

Es obvio que si vamos a hablar de riesgos en la playa, tenemos que empezar por el sol.

La fragilidad de la piel del bebé nos obligará a protegerle con crema, a llevar una sombrilla o una de estas tiendas plegables que protegen completamente de los rayos solares.

El agua de mar no tiene por qué afectar la piel.

El cloro de las piscinas es más agresivo y no provoca alteraciones dérmicas en bebés de dos meses.

Pero lo mejor es meterle los pies un poco y observar después si es especialmente sensible al salitre o no.

La temperatura del agua o la brisa del mar conforman otros aspectos relacionados con el confort del bebé, que deberíamos tener en cuenta.

Su sistema de termorregulación no está totalmente desarrollado al nacimiento, así que hay que ser cautos.

Por último, el contacto con la arena puede ser muy gratificante o generarle oposición.

Los granos de arena suponen una estimulación táctil muy intensa que quizá deba ir integrando poco a poco (si no le gusta al principio).

Como conclusión, creo que la playa es un entorno intenso y difícil de controlar, así que, aunque no hay nada que la haga especialmente peligrosa ante el bebé, quizá no merezca la pena acelerar su primera vez.

Como he comentado en alguna ocasión, el desarrollo del niño no debe verse como una carrera.

Creo que una buena franja de edad sería entre los 6 y los 9 meses, en periodos cortos (de media hora, por ejemplo), en las horas más suaves de sol, con una buena temperatura y con ropa cómoda y protectora.