Mi mamá, mi abuela

Tanto la figura del abuelo como la figura del nieto tienen una amplia gama de significados para las dos partes involucradas. Cuando los hijos crecen y abandonan el hogar paterno, surge, en algunos padres. la fantasía y el deseo de convertirse en abuelos. Y no es de extrañarse: el convertirse en abuelo brinda un protagonismo exquisito.

Los abuelos son figuras esenciales para los nietos; fungen como facilitadores del desarrollo del niño, brindan atenciones y cuidados experimentados (sin los miedos comunes de todos los padres), aportan cariño sin prejuicios, ya que su experiencia les permite aceptar el asombro, y, dado que no suelen ser los responsables directos del niño, se liberan de las barreras que genera el ser aquellos que ponen los límites (y los mismos nietos también suelen sentirse más libres con sus abuelos). Además, la brecha generacional con los nietos es tan amplia y la interdependencia entre abuelos-nietos tan distinta a la que tienen con sus padres, que se reducen las “amenazas” y se enriquecen los aprendizajes. Los abuelos ayudan al niño a reconstruir la historia tanto del contexto familiar como la personal, ayudándolo así a consolidarse en su ámbito y a vincularse con su entorno. En definitiva, les ayudan a hilar el pasado y aceptar la realidad, para así anticipar el futuro.

El tener más tiempo en la edad adulta, ofrece a los abuelos una segunda oportunidad para ayudar a criar y disfrutar a los nietos. Les permite reparar en los nietos aquellas fallas que tuvieron con sus hijos y, a su vez, les permite una tercera oportunidad para reelaborar conflictos propios, al ser testigos de los retos de sus nietos, quienes les brindarán una mirada modernizada y actualizada de su propia conflictiva.

Los padres representan “el puente” con los abuelos. Si los padres de los niños tienen una mala relación con los abuelos, los abuelos pueden tener acceso limitado a sus nietos. Por lo general, la casa de los abuelos es considerada beneficiosa para los niños; sin embargo, es imprescindible que se tengan claros los roles y funciones tanto de los padres, como de los abuelos, ya que cada “pieza” debe tener su función.

Los conflictos entre abuelos y padres frecuentemente suelen gestarse entorno a la crianza de sus hijos o cuando los abuelos se ven obligados a asumir su rol prematuramente. En ocasiones, los padres viven cierta competencia con los abuelos, en la medida en que los abuelos suelen tener una cierta complicidad y cercanía con los nietos, misma que ellos no logran tener con sus hijos. Inclusive, les llega a generar envidia que sus hijos colaboren felizmente con las tareas domésticas en casa de los abuelos, mientras que en casa de los padres, generalmente, es un suplicio siquiera sugerir que ayuden. Si bien esto puede percibirse como algo negativo, realmente se fundamenta en algo que favorece a los padres: suele ocurrir cuando los abuelos son capaces de dar a los nietos una buena imagen de los padres, motivando al niño a querer identificarse con ellos, percibiendose a sí mismo como un niño bueno.

Si bien es importante que los padres acepten que el rol del abuelo no implica los mismos límites que se establecen en casa, o implica mantener una relación liberada de los conflictos que se tienen entre hijos y padres, también es importante que los abuelos acepten a sus hijos en el rol de padres, y que no entren en competencia con los límites que éstos imponen. A la hora de educar, todo el mundo parece un experto, menos los padres. Siempre que los abuelos sean capaces de redireccionar al niño con sus padres en materia de límites, éstos se ganarán la confianza de sus hijos, y a su vez, evitarán que su nieto caiga en conflictos de lealtad y obediencia. Es muy importante para el niño tener continuidad entre lo que vive en casa con sus padres y aquello que le cuentan sus abuelos.

Otra función importante de los abuelos con el nieto es la de ser catalizadores de los conflictos de pareja de los padres; transmitiendoles que los conflictos se superan y lo bueno permanece, pueden tranquilizar y apoyar a los nietos.

Asimismo, aquellos que se convierten en abuelos durante la década de sus 30’s, son aún padres que siguen formando activamente a sus hijos, y en estas circunstancias el papel de abuelo compite con el de padre, por lo que es probable que alguno de estos roles se vea rechazado.

A pesar de que la mayoría de los abuelos asumen voluntariamente el cuidado de los nietos cuando los padres no pueden hacerlo, asumir su crianza por completo suele alterar el curso normal de sus planes de vida. Es diferente el deseo de ser un abuelo tradicional al de asumir un rol de padre, siendo una generación anterior, y, en ocasiones, con menos resistencia o, inclusive, con algunos problemas de salud. Los cambios sociales actuales tales como la inclusión de la mujer en el ámbito laboral, el aumento de los divorcios, el abuso de sustancias, el encarcelamiento de algún padre, situaciones de abuso, abandono, enfermedad, muerte, violencia familiar, la falta de vivienda y otros, han contribuído al aumento de abuelos encargados de la críanza de sus nietos.

Algunos de estos abuelos sienten que pierden la oportunidad de fungir tal cual como abuelos consentidores y cariñosos, y, al asumir la crianza de sus nietos, se vuelven “viejitos cascarrabias” con un gran enojo hacia sus hijos quienes los forzaron, por el motivo que sea, a asumir este rol inesperado. Un ejemplo de ello podría ser cuando el abuelo asume esta crianza, debido a la muerte de alguno o ambos padres. El abuelo aquí, se ve envuelto en una doble tarea: la de criar a su nieto y superar su duelo. En este punto se dificulta enormemente la relación entre ambos, dado que tanto el nieto como el abuelo se encuentran en un duelo, cada uno con significados completamente diferentes. El resultado depende mucho de la relación que exista entre abuelos y nietos. Si los abuelos niegan la tristeza, el nieto puede sentir que no debe expresar sus sentimientos para no hacerlos enojar o ponerse tristes, o para mantenerlos íntegros, prolongando y complicando así el proceso de duelo. Otro escenario es cuando, en aras de conservar a sus nietos, los abuelos ocultan alguna enfermedad o condición médica, privándose así de una adecuada atención. Estos abuelos están fuertemente determinados a defender los derechos de sus nietos pero en el camino a menudo reducen al mínimo sus propias necesidades lo que contribuye al agotamiento, problemas de salud y sentimientos de angustia y abrumación.

Resulta vital otorgar y reconocer la importancia de los abuelos en nuestro esquema social; tener en mente que cuando los escenarios salgan de lo normal, es de vital importancia abrir y propiciar los espacios para que tanto los abuelos, como los padres y nietos puedan comunicarse abiertamente de forma adecuada con respecto a sus sentimientos y opiniones, que puedan tener un acercamiento con profesionales de la salud. La ayuda psicológica puede proporcionar un espacio adecuado para adaptarse mejor a los roles, establecer los límites, superar los duelos y sobrellevar la adversidad.

Psic. María Montaño
Clínica de Asistencia de la Sociedad Psicoanalítica de México (SPM). www.spm.org.mx.
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