
¿Cómo afrontarlo?
Existen las palabras necesarias para designar a la persona que ha perdido a sus padres o que ha perdido a su pareja; ser huérfano o ser viudo son términos que se escuchan con naturalidad, pero sobrevivir a la muerte de un hijo, literalmente, no tiene nombre.
Y es que la muerte de un hijo es algo que consideramos va en contra de las leyes de la naturaleza, pues un hijo nos da la ilusión de la trascendencia, la continuidad generacional, la inmortalidad de uno mismo; la muerte de un hijo es entonces, la muerte de una parte de nosotros mismos.
Como cualquier muerte, la de un hijo constituye una pérdida y, como cualquier pérdida, es necesario llevar un proceso de duelo el cual consta de diferentes etapas que van desde la negación o el “no poder creerlo”, hasta la aceptación que es el final del proceso, atravesando por momentos de tristeza, rabia, enojo y negociación. Sin embargo es necesario atravesar estas etapas para poder llegar a la tranquilidad y capacidad de poder seguir viviendo.
En el caso de la muerte de un hijo, suele venir a la mente la idea de que los padres son los responsables de este suceso, surgen las ideas de que pudieron haberlo evitado; incluso, rivalidades en la pareja en un intento de culpar al otro para “expiar” la propia culpa. No obstante, independientemente de la causa de la muerte del hijo, el dolor es muy grande, es la propia identidad la que cambia; el valor de ser padre, es dado gracias a la vida de un hijo. ¿Se es padre aunque el hijo muera?, de ahí la añoranza de un estado afectivo, de un estado de plenitud cuando el hijo vivía, un sentido de vida depositado en ser padre o madre y la responsabilidad que conlleva, un gran temor a sentir el vacío que deja un hijo cuando se marcha.
Sin embargo, pese a la tristeza que implica perder un hijo, es posible salir adelante y seguir una vida en la que se puede ser feliz y puede regresar el sentimiento de integridad personal.Nunca habrá nada ni nadie que llene el lugar que dejó el hijo y es por esto que no hay por qué pensar que así será. Seguir adelante con la vida no significa deshonrar la memoria del que falleció, no significa olvidarlo, la culpa nos invade cuando pasa un día en el que no se pensó tanto en el hijo, o en el que hubo algún evento en el que uno se sintió feliz… todo ello es parte del proceso.
Alcanzar la etapa de aceptación de la muerte conlleva un proceso largo y, por momentos, sumamente doloroso. Frente a ello, está bien sentirnos tristes, llorar, enojarnos, permitirnos sufrir, pedir ayuda, pedir consuelo o pedir amor; no tenemos porque pasar este tipo de situaciones solos, siempre habrá alguien a quien recurrir, ya sea un familiar, un amigo o algún profesional, pero la única forma de resolver el duelo, es “atreviéndonos” a analizar nuestros sentimientos, pues aunque, en un principio, es necesario negar, más adelante será necesario vivir.
Para todo aquel que ha perdido un hijo, ha enfrentado un dolor desgarrador y, mientras la herida esté abierta, tal vez intentamos disimular lo que sentimos porque nos parece que es lo mejor para poder salir adelante, tal vez, por no “cansar” a los demás o, simplemente, para intentar sentir menos dolor, pero esto de poco o nada servirá; aunque por fuera parezca que seguimos adelante y que estamos bien, por dentro el vacío no ha desaparecido hasta que éste no sea afrontado
Para concluir, es importante reconocer que cada persona vive las pérdidas de manera diferente. Es común que en la pareja haya uno que “sufre más” o le “importa más” la muerte del hijo; sin embargo, es importante que, así como esperamos que el otro respete el propio proceso, podamos respetar el proceso de los demás. Un hijo no se olvida, un hijo es insustituible, solo aceptando esto, podremos avanzar para seguir adelante. En el caso de que haya otros hijos, recuerda que ellos también necesitan a sus padres, y ellos pueden ser una gran motivación para salir adelante. No se trata de fingir que no hay dolor en uno mismo, es aprender a hablarlo y compartirlo; hablar del fallecido y compartir el dolor por la pérdida, cada uno a su estilo,, puede ser la mejor manera de ayudarse unos a otros y afrontar sanamente la experiencia de duelo.
Psic. Alejandra Rivas
Clínica de Asistencia de la Sociedad Psicoanalítica de México (SPM). www.spm.org.mx
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