Hermanos que cuidan hermanos

Dentro de la familia existen jerarquías y roles.

“¡Los hermanos mayores deben cuidar a los menores!” Esta es una de las frases más sonadas que hemos escuchado dentro y fuera de casa; pero ¿es realmente acertado dar la responsabilidad del cuidado de un hermano, de una casa y hasta de la madre, a uno de nuestros hijos? Y si no lo hacemos ¿crecerán siendo egoístas, desconsiderados e irresponsables, aparte de aprovechar la primera oportunidad para olvidar a su familia?

Cuando se trata de la educación de los hijos, se vuelve interminable la lista de expectativas y planteamientos a considerar, y sin lugar a dudas se convierte en uno de nuestros temas favoritos.

Normalmente se nos plantean temas muy generales y, al querer resolver dudas específicas, nuestras opciones se reducen a usar el sentido común, sin tener la certeza de hacer lo correcto. En este texto, la intención es atender uno de estos temas específicos, mismos que normalmente no se abordan en la literatura.

Durante los años que me he dedicado a la atención psicológica a familias, niños y adolescentes, he confirmado que existen dos posibles escenarios cuando les damos a los hijos la tarea de cuidar y hacerse cargo de sus hermanos. Las reacciones dependerán básicamente de la personalidad de nuestros hijos, así como del contexto familiar. Imaginemos un par de situaciones hipotéticas que nos ayuden a ejemplificar.

Primera opción:

Supongamos que Diego es “nuestro hijo mayor”, hermano de Santiago, quien podría ser un año menor. Diego, quien sabe que su deber es cuidar a su hermanito y ser el protector de la casa mientras que papá no está, se convertiría en el guardián, instructor y prefecto de disciplina de Santiago, y si mamá se deja, también de ella en algún momento. Sin embargo, los hermanos deben llevarse bien y compartir intereses y diversiones, así que les pediremos, por otro lado, que sean compañeros de juego.

Puede que no sean muy distintas sus necesidades, sus competencias y sus reacciones emocionales, pero ¿qué no debía ser Diego el responsable de cuidar a su hermanito, la autoridad que dicta qué se debe o no hacer? Por un lado, pelearán a golpes, y por el otro, Diego corregirá la misma actuación si la observa de su hermano en el patio de la escuela.

Así, Santiago deberá añadir un “papá” más a su lista, ¿un padre que hace pasteles de lodo y todavía moja la cama? ¡Vaya confusión! Santi buscará oponerse a todo lo que le decimos, desobedecerá más fácilmente que su hermano mayor, y su carácter se apagará o encenderá notablemente. Pensaremos que está enojado y muy berrinchudo, pero no se nos ocurrirá que está ¡sumamente confundido!

Esto sucede porque dentro de la familia existen jerarquías y roles; y no se trata de una teoría tradicionalista, sino de una de las principales bases psicológicas para un desarrollo emocional sano: crear un encuadre de límites, límites que le permitan a nuestro hijo conocer (en ésta etapa en la que intenta entender el mundo a través de nuestros mensajes) cómo son las cosas, quién es autoridad y quién no, hasta dónde puede decidir y hasta dónde debe obedecer, pues aún no sabe resolver la mayoría de las situaciones.

Es así como puede desaparecer la confusión entre tantas cosas nuevas por conocer. Debemos dar a nuestros hijos claridad y seguridad, para que sepan qué esperar y hasta dónde pueden llegar, y para que conozcan a quien responder y con quien jugar y pelear.

Segunda opción:

Ante la incapacidad que probablemente Diego a sus 5 años experimente para ser “cuidador”, surgirá una inmensa frustración que no resolverá expresar mas que en su conducta, por lo que desobedecerá a papá y mamá, así como a cualquier figura de autoridad. También es probable que en ocasiones descargue su sensación de imposibilidad con ese hermanito al que se suponía “debía cuidar”, y a través del cual recibe constantemente el mensaje de ser “malo”, pues no logra lo que se espera de él. El asumirse como incapaz, probablemente se extenderá a otras áreas, generando así una sensación de insuficiencia en su auto concepto, siendo que en realidad nunca fue incapaz, sino que la tarea no era adecuada para su capacidad.

Podemos concluir que cuando los padres son ejemplo de cuidado, de res-
ponsabilidad y protección, los hijos imitarán por propia iniciativa éstas conductas. Cuando los padres fomentan la unión familiar, a su vez promueven el respeto y el interés de los niños por sus propias cosas como la patineta, las muñecas o las canicas, y buscarán estar al pendiente también.

Cuando los hijos estén claros que sólo les corresponde ser hijos y hermanos, y los padres se asuman como tales, es ahí cuando los primeros habrán aprendido a ser hermanos e hijos y, también, a ser en un futuro excelentes padres.

Paola S. Aguilar Villarreal, Psicóloga

1 Comment
  1. yo soy de la idea que obligarlos no es la forma correcta
    yo al de 7 años le pido que me apoye en lo que hago una labor rapida como es servir la comida o lavar los trastos por que su hermano no duerme .entonces le digo me apoyas a hecharle un ojito a tu hermano yo ppongo la mesa pero ve llore ademas el le habla y le hace trucos para que se ria Y ASI ES COMO CREO YO QUE ES LA MANERA MAS PRUDENTE DE PEDIRLE A MI HIJO MAYOR QUE CUIDE A SU HERMANO ERO POR TIEMPOS MUY CORTOS

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