40.9% de las mujeres de entre 15 y 29 años tienden a unirse a edades tempranas.
Rosa Jiménez celebró el Día de la Mujer trabajando en la cocina económica donde reparte pedidos. A pesar de que hace unos meses rebasó la mayoría de edad, es madre de una pequeña de casi 2 años. Vive con el padre de su hija, apenas un año mayor que ella y, muy a su pesar “sólo pudo casarse por el civil”.
Rosa es una de las muchísimas mujeres de nuestro país que inició su vida conyugal siendo muy joven, en la adolescencia: “Si el matrimonio o la vida en pareja entre personas adultas conlleva compromisos y retos importantes, entre jóvenes se vuelve una situación mucho más compleja” –explica la Socióloga Eleonora López, especialista de TAD en embarazo adolescente y matrimonio-, “es por ello que el matrimonio a edades tempranas, tiene una bajísima tasa de éxito, entre otras cosas, porque se enfrentan a la compleja condición de ser un adulto no formado”.
De acuerdo con datos proporcionados por el INEGI a propósito del Día Internacional de la Mujer, 40.9% de las mujeres de entre 15 y 29 años tienden a unirse a edades tempranas; el 19% de las adolescentes que forman parte de este grupo, están embarazadas. “En nuestra sociedad el tema de la fertilidad y la nupcialidad casi siempre van de la mano; mucho de esta asociación tiene que ver con el núcleo familiar, pues cuando los padres se enteran del inicio de la vida sexual o de un embarazo no planeado, buscan “solucionarlo” a través del vínculo matrimonial, en el mejor de los casos; así que exponen abruptamente a la pareja a una situación para la que definitivamente no están preparados”, enfatiza la especialista.
Datos del Censo de Población y Vivienda 2010, indican que los estados en los que se encuentra la tasa más alta de fecundidad en adolescentes en una edad entre 15 y 19 años son: Baja California Sur, Chiapas, Chihuahua, Durango, Nayarit, Sinaloa y Tamaulipas; estados que permiten el matrimonio prematuro entre jóvenes en edades de 14 años en las mujeres, por ejemplo. “Es importante que la sociedad se enfoque en crear políticas públicas familiares que protejan y prolonguen la infancia y la adolescencia de los individuos, proporcionándoles espacios de crecimiento y desarrollo personal y profesional; de no ser así, continuaran los altos índices de matrimonios, divorcios y viudez infantil por mortalidad materna; sin mencionar que este tipo de parejas, tienen un alto riesgo de exponerse a la violencia intrafamiliar –como lo señala la reciente Encuesta Nacional de Salud-, pues es en esta etapa de la vida, que los individuos son más impulsivos y las reacciones agresivas más comunes. Es importante concientizarnos de que el matrimonio, más allá de ser un vínculo conyugal, es una institución que le da forma a la sociedad, preámbulo esencial de la familia y, como tal, esencial en el desarrollo de la misma” puntualiza la Lic. López.
Erika Ortiz
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